viernes, 25 de julio de 2014

30 días.

Ni más ni menos.
720 horas, 43200 minutos, 2592000 segundos...
Parece mucho sí, pero en menos se conquistaron ciudades, se asediaron pueblos o se destruyeron países al completo...
A pesar del hastío del verano, me encuentro activo, quizás por que aunque en el exterior haga calor, en mi interior una borrasca de aire frío congela mis latidos. Frío extremo, tan extremo que tirita. 
Un frío que proviene ni más ni menos de mi cerebro, desde la cúpula de mis sentidos, desde mi CPU.
Algunos dirán que estoy loco, ¡Cómo voy a tener frío si en la calle hay 40 grados!
El caso es que no es un frío material, no se puede tocar, ni ver ni oler.
Tú sabes que existe por que lo sientes.
Seguro que alguien entiende de que frío hablo.
Frío que se tercia en el momento del primer beso con una chica, antes de entrar en un examen o antes de recibir o dar una mala noticia.
Ese frío que se retuerce en tu abdomen y te hace morir de dolor. Ese frío que te congela por completo y no te puedes mover, ese frío que te abraza con su gélido pesar. ESE FRÍO.
Lo peor, es que ese, el maldito frío, me está empezando a gustar, ¿Será que a la fuerza me estoy acostumbrando?
Por ahora no me preocupa mucho sentir el frió, lo acepto dentro de mi como si de algo normal se tratase, le doy pensión completa con desayuno incluido.
Total, voy a tener que estar otros 10 meses congelado...

No hay comentarios:

Publicar un comentario